No. No es que haya vuelto a las filas del equipo oficial Nissan. Ni que Marc Gené vaya a participar en el Dakar con el veterano Nissan Patrol Fanta Limón. Ni mucho menos que vayamos a hacerlo juntos. Es todo mucho más simple: Aprovechando nuestra presencia en la presentación de la gama Crossover de Nissan en Cádiz, los responsables de comunicación de la marca nos pidieron que montásemos juntos en el Patrol, él como piloto y yo como ex copiloto de la marca japonesa.
Este Nissan Patrol, que fue el que utilizaron Miguel Prieto y Ramón Termens en el Dakar de 1987, ha sido restaurado por la gente del Centro Técnico de Nissan. Un trabajo minucioso, hecho en sus horas libres, que ha dado como resultado devolver a la vida este primer Nissan del Dakar.
Yo, aunque ya peino canas, de ese coche sólo sabía lo que veía en las revistas de la época, pues mi entrada en la competición fue bastante después. Pero hay dos cosas que son verdad: Una, que fui oficial del equipo Nissan dos temporadas e hice dos Dakares con la marca. Otra, que mi primera carrera la hice con Miguel Prieto. Con un Mitsubishi Montero, pero con Miguel. Así que la idea de montar en el Patrol con Marc me pareció genial, además de divertida. Como si hiciera falta picarnos mucho para hacer estas cosas…
Lo primero de todo nos presentan, ya que no nos conocíamos. Luego, Joan Villegas (del Centro Técnico de Nissan y alma mater de esta restauración), nos cuenta algunas peculiaridades, como que la primera se engrana hacia atrás, donde normalmente estaría la primera, la segunda va donde estaría la tercera, y así sucesivamente, hasta llegar a la quinta, situada donde en un coche moderno estaría la sexta. Esta solución, habitual en los coches de carreras de la época, la montaban los Patrol de serie, ya que la primera era súper corta y sólo se usaba para arrancar, con lo que luego era más sencillo y rápido hacer segunda/ tercera y tercera/segunda en la misma línea. Joan también nos avisa que la suspensión es muy dura. Y recalca lo de muy dura.
El coche arranca con llave, no podía ser de otra forma, y lo hace a la primera. Sorprendente. Marc engrana la primera y salimos del patio en el que se estaba desarrollando la presentación para enfilar un camino. La idea era dar una vuelta con el coche, pero con tonterías las justas, ya que éste es un coche único.
Para Marc, que viene de los circuitos, el mundo de las carreras 4×4 le suena a otro idioma. Y si hablamos de un coche de hace más de 30 años, el idioma es extraterrestre. Al pasar el primer bache (por cierto, no demasiado grande) el coche mete una buena sacudida en ambos ejes, y eso que vamos pisando huevos. “¿Esto es normal?”, me pregunta Marc. “Vamos que es normal, le contesto, ten en cuenta que lleva dos ejes rígidos con ballestas, duras como piedras para aguantar un Dakar, y que los amortiguadores son lo que había en la época, cuando las regulaciones, las botellas separadas, etc, ni existían”.
Le cuento entonces que en esa época eran muy habituales los coches de carreras con doble eje rígido que, en el mejor de los casos, montaban muelles como elemento elástico, ya que las ballestas eran bastante habituales. Y suelta un contundente “Pues sí había que ser macho para aguantar veinte días aquí dentro”. La verdad es que esta fue la mayor conclusión de la “prueba” del coche, que nos dejó convencidos que tanto Miguel Prieto como Ramón Termens tenían que ser unos súper héroes para aguantar un Dakar dentro de una máquina infernal como esa. Sí, el ritmo era mucho más bajo, pero había que ser duro de pelotas.