Historia para el recuerdo en este fin de semana de Baja Aragón sin Baja. Año 1999, mi primera Baja como participante y mi primer podio, que no fue nada fácil. Año irrepetible con Manuel Plaza, ganando todas las carreras del Campeonato de España y con un coche que parecía indestructible: el Montero Sport de Sonauto, la estructura carreras cliente de Mitsubishi.
Tramo prólogo penoso, con lo que salimos retrasados, y estrategia de una parada para repostar al final de la primera vuelta al circuito de 400 km. Por entonces las carreras eran non stop, con lo que las paradas contaban como tiempo de carrera. Salíamos con el depósito lleno (400 litros), porque así sería más rápida la parada a repostar. Cosas de la estrategia de los franceses de Sonauto…
Primera vuelta patética, porque enseguida cazamos al Pajero de Sven Quant, al que no hubo manera de adelantar. Así hasta el final de la primera vuelta, cuando su copi se perdió donde se tomaba el camino de la segunda vuelta. Por fin, tras 400 km, podíamos adelantar. Pero allí era la parada programada… y, sobre la marcha, sin pensarlo dos veces, le dije a Manolo «No pares, ya lo haremos en otro punto de asistencia». Había que recuperar tiempo y separarse de Quant. Así que empezamos a correr como si nos persiguiera el demonio.
Corrimos mucho y a un ritmo bestial, con lo que decidimos que no pararíamos hasta la última asistencia, a 100 km de la meta, algo que hicimos saber al equipo lanzando una nota por la ventana en un cruce de carretera.
Remontamos mucho. Del puesto treinta y tantos hasta el cuarto, con serias opciones de ser terceros, pero estábamos llegando al último punto de asistencia, en el que había que parar. O no.
Teníamos a tiro hacer historia. Un podio en la Baja Aragón. Así que tomamos una muy difícil decisión: calculamos que, en la primera vuelta, detrás de Quant, habíamos gastado bastante menos gasolina de la prevista, por lo que, si nuestras cuentas salían bien, podíamos llegar a la meta sin parar. Podio o nada. Nos dimos la mano al grito de “¡Podio!”, mientras llegábamos a la séptima y última asistencia.
Nuestra remontada no había pasado desapercibida y todo el mundo estaba pendiente de nuestra llegada al repostaje. Entre el equipo, amigos y aficionados habían marcado un camino hacia el camión de asistencia. Tenían todo previsto. Todo menos que nuestro Montero Sport amarillo pintado de Solán de Cabras, pasase de largo de la asistencia y desapareciera camino de la meta. El jefe de equipo se llevaba las manos a la cabeza.
Casi doce horas después de salir, tras 800 km non stop, sin parar ni a mear, nuestro Mitsubishi cruzaba la meta en tercera posición, completando un podio español con Josep Maria Servià/Thierry Delli-Zotti, Miguel Prieto/ Carlos Mas y nosotros. Como veis en la foto, era cuando todavía se corría en pantalón corto y en camiseta. Lo de los monos y la ropa ignifuga llegaría años después. Por cierto, el jefe de equipo francés todavía no entiende como pudimos hacer los 800 km sin parar a repostar. «c’est pas possible», decía una y otra vez mientras miraba el coche.