El mítico Outback australiano es el escenario de esta historia. Allí, a los mandos de un Hyundai Nexo, Brendan Reeves, piloto australiano de rallyes, ha batido el récord mundial de la mayor distancia recorrida con un vehículo impulsado por hidrógeno con un solo depósito.
Reeves condujo el Nexo para lograr el récord, saliendo de los campos de Essendon en Melbourne. Tras 807 km de conducción eficiente, Reeves llegó a Broken Hill con mucha autonomía aun disponible. El viaje continuó hasta Silverton, una ciudad del interior en las afueras de Broken Hill, más conocida por ser el escenario de la película de acción postapocalíptica de los años 80 Mad Max 2 (también conocida como » The Road Warrior’»), y el coche recorrió unos 60 km más antes de que el depósito de hidrógeno del Nexo se agotara en la carretera de Wilangee, pasada la estación de Eldee.
La distancia total recorrida fue de 887,5 km, según el propio ordenador de a bordo del NEXO, superando el anterior récord mundial de 778 km establecido por el aeronauta francés Bertrand Piccard, también al volante de un Nexo, en su viaje a través de Francia desde Sarreguemines a Le Bourget.
Un representante de la RACV estuvo presente para sellar el depósito del Nexo al comienzo del viaje, y un representante de la NRMA confirmó la validez del sello del depósito al final. «Siendo piloto de rallyes, siempre he querido conseguir un récord mundial, pero nunca podría haber imaginado que se produciría de esta manera», dijo el piloto del Nexo, Brendan Reeves.
El viaje duró 13 horas y seis minutos a una velocidad media de 66,9 km/h. El aviso de bajo nivel de combustible del Nexo se encendió por primera vez a los 686 km, con más de 200 km de autonomía desde ese punto. La luz de combustible empezó a parpadear a los 796 km, con 90 km de autonomía real restante.
Durante el viaje, el Nexo consumió un total de 6,27 kg de hidrógeno, a razón de 0,706 kg/100 km. Purificó 449.100 litros de aire durante el viaje, lo suficiente para que 33 adultos respiren en un día, ya que su tubo de escape de plástico sólo emitió agua en forma de vapor y gotas durante todo el trayecto. No emitió nada de CO2, mientras que un vehículo estándar con motor de combustión interna habría emitido unos 126 kg de CO2 en la misma distancia.