No sabemos qué es lo que tienen los récords en altura para los alemanes, pero el caso es que, cada pocos años, nos encontramos un nuevo intento de ascender al volcán chileno Ojos del Salado. Intentos que, en la gran mayoría de los casos, se llevan a cabo por parte de expediciones o equipos alemanes. El último ha sido el de la firma germana Porsche, que ha llevado dos de sus coches hasta la cima del mundo del 4×4, el lugar más alto del planeta al que se puede llegar con un vehículo de cuatro ruedas.
En este caso, la marca era alemana, pero el líder del equipo era un francés, el piloto de resistencia Romain Dumas, que consiguió llevar uno de los coches hasta los 6.007 metros de altura, lejos de los 6.694 metros que alcanzó el 13 de diciembre de 2019 el equipo alemán Extrem Events con un camión Unimog U5023. Toda una gesta, en cualquier caso. En su camino a la cumbre, el Porsche 911 de Dumas tuvo que superar las pronunciadas pendientes del volcán, zonas de hielo o temperaturas de unos -30º, todo ello con la mitad de oxígeno en el aire que a nivel del mar.
El equipo quedó fascinado por la experiencia. “Ha sido una aventura memorable y especial, en un lugar tan hermoso como brutal. ¡Supongo que hoy las únicas máquinas en todo el mundo más altas que las nuestras eran los aviones! Para el equipo se trataba de aprender y, desde el primer momento, se ha visto que el coche era resistente y ágil. Fuimos muy exigentes y lo exprimimos al máximo desde el principio, pero se comportó como si estuviera en casa”, comentaba Romain Dumas, piloto del 911 y líder del equipo. “A pesar de la gran cantidad de hielo y nieve en la cima del volcán, subimos a más de 6.000 metros, hasta el punto en el que las paredes heladas nos impidieron avanzar más. Estamos muy orgullosos de lo que el 911 ha sido capaz de conseguir por primera vez; ojalá tengamos la oportunidad de afrontar muchas más aventuras en el futuro”.
Frank-Steffen Walliser, Vicepresidente de Arquitectura Completa de Vehículos en Porsche AG, encargó el proyecto a su ingeniero Michael Rösler, responsable del Porsche 911. «Ha sido genial crear un 911 como nunca antes se había visto, un coche hecho posible por un pequeño equipo de entusiastas de la ingeniería. El 911 ya se ha probado a fondo en circuito y, por supuesto, en carretera, pero con este proyecto estamos cambiando el enfoque hacia terrenos inexplorados”, explica Rösler, Director de la Gama 911. “Probar nuestras teorías significa encontrar los entornos más duros posibles para ver si funcionan. Y en el volcán más alto del mundo lo hemos conseguido”.
La base de los coches utilizados para la aventura el 911 (tipo 992) Carrera 4S, equipado con tracción total, un motor bóxer de seis cilindros turboalimentado de serie, que desarrolla 450 CV, y caja de cambios manual de siete velocidades. Con este punto de partida, los ingenieros del Centro de Investigación y Desarrollo de Porsche de Weissach, en estrecha colaboración con Romain Dumas Motorsport, dieron rienda suelta a su creatividad para preparar el 911 de cara a las exigencias específicas de la aventura a la que se iban a enfrentar.
Las dos unidades del 911 se equiparon con barras antivuelco, asientos de fibra de carbono y arneses. También se añadieron ejes de tipo pórtico para aumentar la distancia al suelo (ahora de 35 cm) y se modificaron las relaciones de cambio, más cortas, para permitir acelerar con precisión y suavidad a baja velocidad, o que los coches funcionasen bien con los grandes neumáticos todoterreno montados. Además, los 911 estaban equipados con una protección especial para los bajos hecha de fibra de aramida, un material ligero, pero extremadamente resistente, que resbala sobre las rocas.
También se añadió un dispositivo llamado Porsche Warp-Connecter. Diseñado originalmente para aplicaciones de competición, forma un enlace mecánico entre las cuatro ruedas para permitir una carga constante en ellas, incluso cuando están en los extremos del recorrido de la suspensión. Esto hace posible una capacidad de tracción máxima. Se utilizaron bloqueos manuales de los diferenciales, junto con un sistema de dirección por cable. Por último, se añadió un cabrestante en la parte delantera, en una carrocería rediseñada para permitir el espacio libre para las ruedas y neumáticos todoterreno de 310 mm de ancho.
El sistema de refrigeración también se tuvo que desplazar hacia arriba, para que el coche pudiera afrontar los tramos más agrestes sin sufrir daños. Como toque final, la carrocería se terminó con dos decoraciones distintivas: una con el mismo patrón de colores de Porsche Motorsport que adorna el 963 LMDh y una segunda con temática del 911 realizada por el equipo de diseño de Weissach.
“Hace más de 30 años, un equipo de ingenieros de Porsche instaló la tracción a las cuatro ruedas en un 911 para explorar ‘¿qué pasaría si…?’. Hoy, estoy orgulloso de ver que esta curiosidad natural de nuestros técnicos por buscar los límites, probar nuevas ideas y, sobre todo, inspirar, sigan vivos”, concluye Walliser. “Proyectos como este son vitales para los que trabajamos en Porsche. Al comenzar el viaje, el equipo apuntó literalmente a lo más alto. Espero que haya sido la primera de muchas otras aventuras”.