Por: Nacho Salvador
Hay eventos que se salen de la rutina habitual. Uno de ellos es el que organiza cada principio de año Suzuki, bajo el nombre “litros x kilos”. Una prueba de consumo en la que participamos un buen número de periodistas, con el objetivo de intentar consumir lo mínimo posible en un recorrido preestablecido. El ahorro de combustible conseguido se traduce en kilos de comida, que Suzuki dona al Banco de Alimentos. Una idea genial, divertida y solidaria, que va ya por su sexta edición. Es de esas cosas que te gusta repetir cada año.
Todos os preguntaréis cuál es el premio para el periodista que consigue el mejor consumo. La respuesta es muy simple: no tengo ni pajolera idea, entre otras cosas, porque nunca he ganado. Y ahora que hemos llegado al tema de las clasificaciones, porque nos picamos hasta jugando a las chapas, vamos a recurrir a trucos carreristas (que para eso acaba de terminar el Dakar), para cuantificar mi actuación.
Así, si empleamos la máxima de “hay que poder decir que vas el primero de algo, de lo que sea”, mi resumen de mi participación en “litros x kilos” 2022 sería: Participaban 42 periodistas y he terminado sexto. “Bravo, Nacho”, dirán muchos, ya que el año pasado, coincidiendo con el mismo evento, reconocía que lo de gastar poco no se me daba nada, nada bien. Pero no. Es mentira. Bueno no, no es mentira. Es decorar la realidad… que es lo que, en un ataque de sinceridad, voy a contar ahora.
La verdad: un auténtico desastre.
Es verdad que en el evento participábamos 42 periodistas. Como también es verdad que terminé sexto. Sin embargo, había omitido un pequeño detalle: que se participa con toda la gama Suzuki, compuesta por siete modelos diferentes, con lo que hay una clasificación para cada uno de ellos. Siete clasificaciones con seis periodistas por coche. Y si yo fui sexto, eso quiere decir que fui… el último.
“Bravo Nacho”, gritaron todos los compañeros de profesión cuando Juan López Frade, presidente de Suzuki, anunció los resultados de mi grupo. Algo que hizo junto a una pantalla en la que aparecían unas barras con los consumos de los participantes. Y la mía, la barra, era larga, muy larga, lo que provocó el sonoro “Bravo, Nacho” del resto, acompañado, eso sí, de aplausos y risas por doquier.
El resumen de la jornada es que este año, juntando todo lo que se ha recaudado en las seis ediciones de “litros x kilos”, se ha llegado ya a las 20 toneladas donadas al Banco de Alimentos, una cifra sensacional y que merece un aplauso, enorme, más grande que el que provocó mi barra de consumo. Eso sí, creo que en el Banco de Alimentos me deben odiar, porque he vuelto a aniquilar la media. Así que prometo entrenar los doce meses que quedan para el año que viene, para, como mínimo, poder terminar el quinto y que no me aplaudan por lo larga que es… mi barra.